Hacer reservas en restaurantes es algo normal, pero también se está convirtiendo en algo corriente el hecho de que haya gente que efectúa una reserva y luego no aparece, con el consiguiente perjuicio para el restaurante,‘lucro cesante”,que como pueden comprender, es directamente proporcional al número de plazas reservadas.
Se estima que por cada reserva hecha en los restaurantes, cerca de un 20% tiene como resultado una mesa vacía.
En un sector que para salir de la crisis se ve obligado a ajustar sus márgenes, se trata de un tipo de riesgo que los restaurantes no pueden darse el lujo de asumir.
Las reservas son cómodas para el cliente y pueden, a veces, atraer más clientes al restaurante porque eliminan el tiempo de espera.
La reserva hay que interpretarla como un compromiso que el consumidor asume con el establecimiento: porque valora el chef, su propuesta gastronómica, el entorno, sus características….Si, en algún momento, él decide que no asistirá al restaurante donde hizo la reserva, y que irá a otro, él simplemente incumple el compromiso establecido, si a eso sumamos la no puesta en conocimiento al establecimiento, para que pueda dar salida a esa reserva, crea un un perjuicio economico que no tiene compensación
Ante esta situacion algunos restaurantes ya han empezado a combatir la no comparecencia, solicitando una señal o arras, o el número de tarjeta, sistema que están implantando algunos de los centros de culto gastronómico de España (Quique Dacosta, Albert Adria en 41ª, Tickets….). “ Al hacer la reserva, se cargará en su tarjeta de crédito el importe de 50 euros por comensal. Éste importe se descontará de la cuenta el día de la Experiencia y no será devuelto en caso de anulación. Es más una medida disuasoria. El baremo, de los 50 Euros por comensal me parece muy bien. Sobre todo, insisto, en mesas de más de cuatro comensales. Una mesa de seis o más comensales rompe los esquemas de cualquier restaurante, obliga a modificar la distribución, los camareros.. (no es lo mismo servir a seis personas en tres mesas independientes que a todos en la misma y al mismo tiempo).
Aunque la mayor parte de los consumidores no considere justo que se les cobre por la comida que no consumieron, «para los dueños de restaurante, su negocio tiene que ver no solo con comida sino también con espacio», una forma de explicarlo sería interpretar el funcionamiento de su restaurante como venta de espacio, y no de alimentos, porque si alguien ha hecho una reserva, eso significa que la persona ha comprado ese espacio, por lo tanto tiene sentido cobrar una tarifa de no comparecencia por el valor de una comida. Aunque el cliente no haya consumido la comida, cuando hace una reserva, ya consumió la mesa.
Muchos restaurantes podrían maximizar los beneficios recurriendo a una solución que combina la penalización del cliente que no comparecen a la reserva hecha y recompensar a aquel que asisten, recurriendo a un sistemas de incentivos para estimular a las personas a que acudan, por ejemplo dando descuentos a los clientes que asisten y ofrecer, inclusive, diferentes niveles de descuentos dependiendo de la demanda o la franja de un horario específico.
Basemos nuestro comportamiento en la empatia «no hagas lo que no te gustaria que te hicieran».